La Inclusive Anglican Episcopal Church acoge a todos los marginados por la Iglesia de Roma: ofrece la eucaristía a los divorciados, matrimonios a parejas del mismo sexo y abre sus puertas a las mujeres como curas u obispas
Catania | 26 de abril de 2022
“En el nombre de Dios, padre y madre”. La Inclusive Anglican Episcopal Church es una iglesia progresista no relacionada con Canterbury. La sede obispal se encuentra en Catania (Sicilia), en una pequeña sala utilizada como capilla, al lado de oficinas de fisioterapeutas, dentistas y abogados. En pocos pasos se llega a la otra parte del púlpito, donde se encuentra el tradicional misal anglicano, el Libro de oración común, reescrito, sin embargo, en modo inclusivo. “No usamos el asterisco, nos limitamos al masculino y al femenino, no porque estemos en contra, sino porque en nuestra opinión los dos colores principales mezclados generan un arcoiris de identidades”, dice la madre Maria Vittoria Longhitano.
Profesora de filosofía en el instituto artístico Emilio Greco de Catania, está casada con su esposo Andrea y tiene una hija de seis años, Teresa. La vocación del sacerdocio siempre ha sido una certeza en su vida, ya desde niña, cuando se divertía escenificando celebraciones religiosas con objetos y juguetes. “Las patatas eran hostias, era tan pequeña que bautizaba las muñecas en el bidé porque no llegaba al fregadero. Ya era una pionera”, recuerda la madre Maria Vittoria.
La Inclusive Church acoge a todos los que tradicionalmente son marginados por la Iglesia de Roma: los divorciados pueden acceder a la eucaristía, las parejas homosexuales casarse y las personas transgénero hacerse monjas o frailes. O, en el caso de la madre Maria Vittoria, las mujeres pueden aspirar a ser diaconisas, curas u obispas.
De 47 años, pasó su infancia y adolescencia en Nissoria, un pueblo de 3.000 habitantes en la provincia de Enna (Sicilia). Como muchos de sus conocidos asistía al catecismo y creció como devota católica: “No había mucha variedad en la época”, dice. Su acercamiento a la Iglesia comenzó en un monasterio de semiclausura, el de las dominicas de Betania, cerca de Roma. No era un recinto cualquiera: allí a las monjas se les permitía dar los sermones, se aceptaba a laicos y se veía la religión desde una perspectiva progresista. Por eso, fue amenazado de cierre por la diócesis y se disolvió entre los que tomaron un camino diferente y los que abandonaron el mundo catolico.
Maria Vittoria decidió apuntar más alto y se ligó a la iglesia vetero-cristiana, que contesta la infalibilidad del Papa y más tarde quedaría bajo la jurisdicción de la iglesia episcopal de Estados Unidos. Su ascenso inició desde la posición de lay-minister, ministro laico que puede predicar, una trayectoria culminada en la ordenación al diaconado el 22 de noviembre de 2009. Luego, se convirtió en la primera sacerdotisa en Italia el 23 de mayo del año siguiente, en la Iglesia Anglicana de Todos los Santos de Roma. Las fechas no fueron casuales: son los días de dos importantes santas, Cecilia y Rita. “Creo que las mujeres siempre me ayudaron. Mi ordenación ha sido promover la solidaridad entre ellas”, afirma.
“Cuando estalló la lucha para el matrimonio homosexual yo me declaré en contra. Pero un día me dije: ¿quién soy yo para juzgar”
Armando Glorioso, alcalde de Nissoria
En ese entonces vivía en Milán y desempeñaba sus funciones en la parroquia de Gesù Buon Pastore. La prensa ya había hablado de ella como la primera mujer cura, y los medios se preparaban para hacerlo de nuevo cuando se difundió la noticia de los dos matrimonios homosexuales que había celebrado en la localidad periférica de Cormano. Las amenazas de los neonazis la obligaron a un cambio de localización, de la iglesia a una mansión con vallas, bajo la vigilancia de la policía. Desde entonces, las bodas siguieron celebrándose a un ritmo de tres o cuatro cada año. “También matrimonios homosexuales, no hago discriminaciones”, afirma.
Hace tres años, la madre Maria Vittoria regresó a Sicilia, en Catania, donde abrió la sede de la Inclusive Anglican Episcopal Church. En 2021, se convirtió también en obispa, una noticia que despertó el orgullo de los conciudadanos de Nissoria, donde siempre se ha sentido estimada y acogida. Hay fotos en las que aparece junto al párroco, que bendijo a su hija durante el bautizo, y al alcalde, Armando Glorioso, de la derechista Hermanos de Italia, quien incluso ha cambiado su idea sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. “También sobre toda la cuestión sexual, sobre todas las ideas con las que hemos crecido, en esta sociedad todavia muy atrasada. Cuando en Italia estalló la lucha para el matrimonio homosexual yo me declaré en contra. Pero un día me dije: ¿quién soy yo para juzgar”, sostiene el político.
La Inclusive Anglican Episcopal Church forma parte de la Anglican Free Communion International, la comunión anglicana más antigua después de Canterbury, y del Consejo Mundial de las Iglesias Cristianas. Se define como anglocatólica en la liturgia y teología fundamental, y progresista en la eclesiología.
En Italia, gracias a Maria Vittoria, sigue expandiéndose: hay curas y monjas en la región de Lombardía, un monasterio en la del Veneto, sendas comunidades en Apulia y Génova y una diaconía en Bresso (provincia de Milán). En Perugia (Umbría), la sede de la parroquia se encuentra en la casa de don Luca Ceccarelli, que prefirió invertir sus ahorros en vez de pedir a los feligreses una contribución para rentar un espacio.
El padre Luca, de 49 años, es la otra cara conocida de la Inclusive Anglican Episcopal Church, que a menudo acompaña o sustituye a la madre Maria Vittoria. Gracias a ella encontró una nueva casa, donde colmar el vacío que por algunos años sufrió tras renunciar, en 2008, al papel de sacerdote católico en la diócesis de Terni Narni Amelia (Umbría). “Decidí dejar mi puesto porque había entendido mi orientación sexual. Lo hice por mi fe inquebrantable en Cristo y en la gente”, destaca. En 2017, se casó civilmente con Mauro, fundamental compañero de viaje en la transición desde la vida religiosa a la de ciudadano común que, sin embargo, está a punto de convertirse en exmarido.
Por 15 años, entre seminario y presbiterado, don Luca se dedicó exclusivamente a la Iglesia. Dejarla significaba no solo abandonar su vocación sino también un trabajo fijo y remunerado. Por ello, se arremangó y trabajó en una cooperativa social, como recepcionista y como representante de algunas empresas. En poco tiempo se convertirá en responsable comercial de paramentos sagrados. Un círculo que se cierra.
En su interior, siempre ha sentido la necesidad de volver a ser pastor y es aquí donde la madre Maria Vittoria desempeña un papel decisivo. Inmerso desde la infancia en una cultura católica, don Luca alcanzó el cargo de canciller de la Inclusive Church en 2019, antes de ser nombrado vicario general. Su parroquia se llama Cor unum et anima una, inspirada en una parte del libro de los Hechos de los Apóstoles donde el evangelista Lucas sostiene que las primeras comunidades cristianas tenían un solo corazón y una sola ánima. De hecho, reivindica el diálogo con otras confesiones cristianas y cita al papa Juan XXIIII para “poner en la balanza no lo que nos divide, sino lo que nos une”.
“Creo que las mujeres siempre me ayudaron. Mi ordenación ha sido promover la solidaridad entre ellas”
Maria Vittoria Longhitano
Una decena de personas acude de manera estable a las celebraciones de don Luca en la parroquia, es decir, en su casa. Con orgullo subraya que ya han nacido dos vocaciones, una chica que se está preparando para el presbiterado y una suerte de comunidad religiosa que se llama Oranti nel Mondo, inspirada en la espiritualidad franciscana. “No pongo en duda que la Iglesia de Roma ame, pero me duele saber que a algunas personas les faltarán siempre los sacramentos, y el sacramento por excelencia es la eucaristía. Una cosa es acercarse espiritualmente y otra cosa es estar allí concretamente”, piensa.
El papel de las mujeres
En la comunión anglicana la mayoría de las provincias aceptan a las mujeres como diáconas o sacerdotisas. Las primeras en convertirse en presbiteras fueron Florence Li Tim-Oi, en 1944, en Macao, y Jane Hwang y Joyce M. Bennett, en 1971, en Hong Kong.
En 2019, fueron ordenadas más mujeres (51%) que hombres por primera vez en la Iglesia anglicana inglesa, con un crecimiento también en los cargos ejecutivos. Cuatro años antes, se ordenó a la primera mujer obispa, Libby Lane, pero en Massachussets ya había ocurrido en 1988 con Barbara Harris.
A la Iglesia católica romana todavía le cuesta incluir a las mujeres, pese al nombramiento de Francesca Di Giovanni como subsecretaria y a la Comisión de estudio sobre el diaconado permanente femenino abierta por el papa Francisco.
“Cuando tú dices Iglesia católica, católico quiere decir universal, pero si excluyes a la mitad de la humanidad ¿qué universalidad es? Porque por lo menos excluyes a la mitad, luego si sumas también homosexuales, divorciados y casados de nuevo son incluso más”, sostiene la madre Maria Vittoria, que es escéptica también hacía las maniobras del Papa: “Una mujer como subsecretaria no abre un resquicio, sino lo cierra. Más cargos administrativos [para ellas] para compensar el hecho de que en el papel de la gestión de los sagrados no hay mujeres”.
Lia D’Urso y Lara Elia, de 66 y 48 años, son una pareja de lesbofeministas aficionadas a la iglesia de Maria Vittoria. No se consideran “feligresas”, sino “hinchas”. No creen en Dios, sino en lo divino, y siempre han sentido que la Iglesia de Roma no hace más que alejar a las personas como ellas. “No seguimos una iglesia concreta, pero esta la queremos de manera particular porque es inclusiva, siendo nosotras personas LGBT. Es una iglesia que incluye, que nos reconoce, que nos bendice, que incluso nos casa, por eso le estamos agradecidas”, comenta D’Urso.
Fue la madre Maria Vittoria quien contactó a D’Urso, en Facebook, curiosa de profundizar en el conocimiento de una protagonista de las protestas feministas de los años setenta en Italia. Luego, la amistad se amplió a Elia. “Nos encontramos y nunca nos dejamos”, dice. La pareja es invitada a menudo a las ceremonias de ordenación o a los múltiples diálogos interreligiosos que organiza la Inclusive Church: “La madre Vittoria tiende a crear una comunidad, es su manera de ser, invita a todos a su casa a comer pasta”, añade Elia. De hecho, muchas veces las misas del domingo se trasladan a las casas de los feligreses de la parroquia de Catania, recreando el clima de la capilla en los ambientes domésticos.
Pese a que se está difundiendo, la Inclusive Anglican Episcopal Church es todavía una realidad muy restringida, que no ha entrado en conflicto abierto con la Iglesia de Roma. Un pequeño accidente ocurrió en Castelbuono, en la provincia de Palermo, donde el obispo católico, monseñor Giuseppe Marciante, denunció la presencia de algunos exponentes de la iglesia de la madre Maria Vittoria, al subrayar que las ordenaciones eran “inválidas e ilícitas”, y que los participantes en sus celebraciones habrían sido castigados con la excomunión.
“Los tonos podían ser diferentes, pero tiene razón”, dice sin enfadarse la madre Maria Vittoria, que antes de emprender su camino se anticipó a la excomunión mandando una carta al Vaticano. “La Iglesia es la madre por antonomasia, pero no siempre se percibe así, es decir, como la que te abraza y te calienta. Y esto, desafortunadamente, lo he experimentado en mi vida”, concluye don Luca.
La iglesia de Maria Vittoria continuará ofreciendo una alternativa a quienes no se sienten aceptados.