Conflictos armados, atentados terroristas y la pandemia no han acabado con la mítica calle Al Mutanabbi, donde decenas de libreros venden ejemplares en la vía pública
Bagdad | 1 de junio de 2021
La temperatura en Bagdad roza los 40 grados y la vida en la calle Al Mutanabbi, el corazón cultural de la capital iraquí donde decenas de vendedores de libros se reúnen en plena vía pública, fluye con aparente normalidad. Los comerciantes fuman y beben té detrás de las tablas de madera donde reposan novelas, textos de historia, poesía, el Corán o biografías de Sadam Husein (presidente del país entre 1979 y 2003), entre otros muchos ejemplares. Los trabajadores aseguran que las ventas han bajado considerablemente con el paso de los años. Recuerdan largas temporadas de guerra y de conflictos sectarios en la nación. También, el coche bomba que mató a casi 40 personas e hirió a más de un centenar en 2007, y que destrozó la avenida.
El caos de las últimas décadas no ha podido con este lugar —nombrado en homenaje a un reconocido poeta iraquí de la época abasí (750-1259)—, que sigue sosteniendo a través de sus páginas la historia y la cultura del territorio. Las restricciones a causa de la pandemia han supuesto un nuevo reto: los mercaderes, a pesar de las vicisitudes, siguen acudiendo cada día con pocas esperanzas de mejora ante la falta de clientes.
Un vendedor de Sekanjabin —una bebida de origen iraní típica de Bagdad hecha de miel y vinagre— observa sudoroso tras su carrito a varios transeúntes que pasan de largo. Es Ramadán, el mes sagrado y de ayuno para los musulmanes. Salvo excepciones, las ventas de este comerciante no serán gran cosa hasta que el sol desaparezca. La jornada en Al Mutanabbi también es discreta, detallan varios mercaderes. Durante el día, en una fecha tan señalada y con un calor abrasador, mucha gente prefiere no salir. A partir de las ocho de la tarde hay un estricto confinamiento a causa de la crisis sanitaria de la covid-19. Los viernes y sábados, que son los días centrales en la avenida, el encierro en la ciudad dura 24 horas: todo debe permanecer cerrado, excepto los negocios indispensables.
La emergencia sanitaria ha empeorado en el país. A finales de abril, se alcanzó un pico de más de 8.000 contagios diarios; los decesos superan los 16.000 desde que irrumpió el coronavirus. Las restricciones en Iraq están acabando con la esencia de Al Mutanabbi, donde desde hace décadas se reúnen músicos, poetas y artistas que dan vida a los cafés y teterías de la céntrica calle. Una guerra de ocho años con Irán en los ochenta; un conflicto con Kuwait en los noventa; la invasión estadounidense en 2003; un atentado con coche bomba en 2007; el miedo que implantó el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico de 2014 a 2017; y ahora, la pandemia. Todo está en boca de los libreros de a pie, que lamentan la situación, pero coinciden en que para acabar con Al Mutanabbi hace falta mucho más.
Abu Muhsin ojea las páginas de un ejemplar en su puesto. Tiene 50 años, y para criticar la situación actual que vive Iraq se remonta a la invasión de Kuwait por parte del entonces presidente Sadam Husein, en los noventa. Muhsin se queja de la mala situación en el país desde los ochenta, pero puntualiza que el lugar está en deterioro desde hace más de una década. “La gente viene a hacerse fotos y a pasear, pero compra pocos libros. Ahora todo está gratis y en internet. En el pasado, esto estaba repleto de intelectuales, pero con los problemas en la nación, y el poco apoyo del Gobierno a la difusión de la cultura, la situación va a peor”, comenta.
“La pandemia nos ha afectado, pero claro que no va a poder con nosotros”
Thamer Abu Mohammed
El vendedor, anclado en Al Mutanabbi desde hace muchos años, reconoce el impacto del coronavirus entre los comerciantes y destaca el cierre de los colegios y la baja en la venta de textos escolares. También subraya que, incluso los viernes y sábados, es de los pocos que abre su puesto por necesidad, pero con escaso éxito. “¿La situación puede ir a peor? ¿Y a mejor? Solo Dios lo sabe”, zanja.
Aferrado a un romanticismo contagioso está Thamer Abu Mohammed, que le explica a dos señoras que no tiene la edición del Corán que buscan. El librero afirma que el coronavirus es solo otro nuevo obstáculo que se les ha presentado a los vendedores, aunque también coincide en que el negocio en la calle está en declive desde hace años. Sus quejas se centran más en el nivel de los lectores habituales. “Estoy en Al Mutanabbi desde los años noventa. En el pasado, había mucha demanda de textos académicos, políticos, de historia… Ahora los jóvenes compran novelas o ejemplares sencillos”, considera. El mercader, de 50 años, le quita importancia a la aparición de internet o las redes sociales, ya que tiene claro que todavía hay mucha gente que disfruta acudir al lugar, a la que le gusta ojear los libros y sentir el papel. “Nuestra situación lleva siendo mala muchos años. La pandemia nos ha afectado, pero claro que no va a poder con nosotros”, asevera.
Nueva era en Al Mutanabbi
Uno de los encantos de Al Mutanabbi es la gran cantidad de personas apostadas en el asfalto a la espera de algún ávido lector que se interese por los ejemplares. Pero en los últimos años son cada vez más las librerías —normalmente regentadas por jóvenes— que han abierto locales en el lugar o en zonas aledañas que desembocan en dicha calle.
Ahmed Jabar rebosa confianza y habla en su tienda mientras se prepara cuidadosamente para tomar unas fotos a varios ejemplares y subirlas a Instagram y Facebook. Tiene 34 años y es el dueño del negocio Ashuarbanipal Books, que cuenta con más de 60.000 seguidores en redes sociales. Al joven, que no suelta el celular, no le sorprende saber la mala situación que a menudo denuncian los vendedores de la calle. “Aquí te dirán que todo ha bajado debido a las redes sociales e internet y que por eso la gente no compra, pero eso no es cierto. Ellos no tienen redes sociales ni muestran sus productos. Las personas ahora buscan la comodidad y el camino fácil, como es comprarlo en internet y recibirlo en sus casas, pero claro que compran libros”, argumenta.
Jabar insiste en que en la era actual hay que cambiar el estilo de venta y renovarse. Haciéndolo, describe, se pueden subir los ingresos hasta en tiempos difíciles. “Nosotros aumentamos los libros que vendíamos, tanto durante las protestas en Iraq, en 2019, como ahora con la pandemia. Fuimos de los primeros que ofrecimos llevar los ejemplares a las casas desde 2014. Hay que adaptarse a las situaciones, vivimos en un tiempo de velocidad y la gente busca comodidad. Si no te adaptas es muy difícil vender”, añade.
En Al Mutanabbi los jóvenes emprenden negocios de literatura y los mayores reniegan de adaptarse a una nueva era, manteniendo el espíritu clásico de ofrecer sus ejemplares en plena calle. Tanto la forma tradicional, como la moderna, continúan llenando la avenida de libros, vida, conocimiento y esperanza a pesar de los continuos obstáculos que se han encontrado a lo largo de las décadas en el corazón cultural de Bagdad.