La crisis sanitaria ha golpeado al sector, que busca recuperar las pérdidas generadas por la covid-19
Lima | 14 de mayo de 2021
La covid-19 ha dejado sin visitantes a los sitios más turísticos del mundo. Desde la plaza de Cusco, en Perú, el lugar que hace de antesala para ingresar al monumento arquitectónico del Valle Sagrado de los Incas, Machu Picchu, hasta el Camino de Santiago, en España, la tercera ruta de peregrinaje cristiano más importante. Ambos destinos lucen ahora semivacíos.
Antes de la pandemia, unas 100 mil personas visitaban Cusco cada mes, y al año se contaban más de un millón y medio. “Extraño ver turistas”, dice Claudio Maqqe, guía en el principal destino de Perú. “Acá somos más de 400 mil habitantes, pero con turistas fácil llegamos a medio millón. Es impactante dimensionar cuánta gente no está”.
En España, alrededor de 270 mil peregrinos recorrieron el Camino de Santiago en 2010. Apenas el año pasado, luego de ver el incremento sostenido en las visitas, el sacerdote encargado de la oficina internacional de acogida, Segundo Pérez, se preguntaba qué pasaría si esas cifras se vinieran abajo por alguna razón. Esta temporada se esperaba un mayor flujo pese a las circunstancias; en el primer trimestre del año, sin embargo, solo llegaron 325 caminantes.
Las postales de las ciudades más activas para el turismo, calmas, apaciguadas por la emergencia sanitaria, se repiten en todo el mundo, aunque Francia, Alemania y especialmente Estados Unidos, por su plan abierto de vacunación, incluso para extranjeros, registran números en camino a la recuperación. En 2020, el sector redujo a la mitad su aportación al producto interno bruto (PIB) mundial y, hasta enero de 2021, la caída de movilidad alcanzaba el 87%.
Mónica Burbano Montalvo, experta en turismo sostenible, comunicación ambiental y gestión empresarial, afirma que la situación es más complicada de lo que aparenta: “La falta de visitantes en un lugar no solo afecta su economía, sino también su autoestima y su psique”.
Burbano explica que el turismo es una actividad sumamente beneficiosa para las sociedades, pues solo con esta se puede lograr una redistribución de la riqueza de una forma expansible, directa y rápida.
Empleos y conservación
El Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) calculó que el año pasado se perdieron 62 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), por su parte, ha documentado que el empleo de una de cada diez personas se vincula con el turismo “a través de una compleja cadena de valor de sectores interconectados”.
En el caso de Maqqe, el guía turístico cusqueño, el lazo era directo. Tiene 38 años y 15 de ellos los ha dedicado a compartir en quechua, español, inglés y alemán la riqueza histórica y cultural de su ciudad. “Aquí hay quienes me preguntan: ‘¿qué pasó con todo lo que has trabajado?’. Obviamente he adquirido algunas cosas, pero una buena parte de mis ahorros los invertí en un negocio con mi esposa. No sé si por mala suerte, pero también estaba relacionado con el sector. Era un hostal de 21 habitaciones”.
Luego de un par de meses, ya entrada la pandemia, Maqqe rescindió el contrato de arrendamiento del lugar. “Ya tenía reservaciones para todo el año”, añade. Perdió su inversión. Era el Cusco Centro Hostal, calificado con 4,4 estrellas en una de las plataformas más populares de internet para el turismo. Pero no solo él dejó de percibir la vía de sus ingresos, también su arrendatario y, con ellos, el abogado que revisaba los contratos. Además, con las dificultades, Maqqe cambió de escuela a sus hijos. De esto habla la experta Burbano: trabajos afectados en cadena.
En Perú, cerca del 10% de la población trabaja en el turismo, de acuerdo con la Cámara Nacional del Turismo (Canatur). A su vez, en España, esta industria representa el 12,9% de los empleos del país, según datos de Exceltur, la patronal del sector.
“Algunos destinos se han enfocado exclusivamente en el turismo y han generado dependencia de esta actividad”
Mónica Burbano
Burbano expone que al mirar más de cerca estas cifras es posible darse cuenta de que no son “islas” o “datos” sin relación entre sí, sino que hay comunidades enteras detrás. “Algunos destinos históricamente se han enfocado exclusivamente en el turismo y han generado dependencia a esta actividad. Viven de los feriados (festivos), de las vacaciones o de ciertas temporadas”.
Coincide Cinthy Veintimilla, quien ha participado en proyectos sobre turismo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), pero agrega que hay algo más allá de lo visible y contable que se debe considerar al hablar de la crisis del turismo tras la pandemia. “Poco se ha documentado del impacto al turismo comunitario”, enfatiza. Y cuestiona: “¿Qué está pasando con todas estas comunidades que se están quedando sin ingresos y han llegado a un punto de subsistencia?”.
Veintimilla describe que hay una gran cantidad de poblaciones que se han encargado del cuidado de espacios naturales, por ejemplo bosques, y que el turismo, al ser un atractivo, se vuelve un aliado para la conservación: “Se había sustituido la necesidad de estas personas de tomar la materia prima. Pero ahora que no están percibiendo los suficientes recursos como para alimentarse, ¿qué se puede esperar?”.
Atractivos
Veintimilla reflexiona sobre acontecimientos pasados, sobre otros hechos que frenaron al sector. “Pensábamos al inicio ¿Esto será esto tan desastroso como el 11 de septiembre [el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York]? Entonces, la gente tenía terror de volar y en cierto punto dejó de moverse. Había turismo local, doméstico, de cercanía, pero el internacional se frenó. Sin embargo, lo que pasa ahora es impresionante”, menciona.
De los 10 destinos más visitados del mundo —según la Organización Mundial del Turismo (OMT) son China, Francia, Alemania, Italia, México, España, Tailandia, Turquía, Reino Unido y Estados Unidos—, solo México ha mantenido sus fronteras completamente abiertas a los viajeros, sin ningún tipo de restricción.
En el mapa de la OMT, México permanece sombreado, atípico del resto del mundo. Carlos Canales, presidente de la Canatur, tuvo que visitar recientemente ese país. Su impresión fue que las medidas de seguridad anti covid-19 son más bien laxas. En Perú sucede lo contrario. “Tal vez aquí se crearon los protocolos más exigentes de la región”, señala Canales. “Están diseñados así para generar confianza; los lugares turísticos son como burbujas en las que no hay posibilidades de contagio, o las posibilidades son mínimas. Es que hay protocolos para los transportistas, los hoteles, los restaurantes, los guías… en fin, todo tiene un protocolo muy exigente”, refiere.
Incluso con su política de apertura, México presentó en 2020 una caída del 56% en la ocupación hotelera respecto al año anterior, de acuerdo con DataTur, el Sistema Nacional de Información Estadística del Sector Turismo. En Perú, por su parte, el flujo de viajeros internacionales descendió un 80%, según el Sistema de Información Estadística de Turismo.
Para iniciar 2021, Machu Picchu abrió sus puertas otra vez a los turistas: los extranjeros no llegaron ni a tres mil, pero más de 20 mil locales sí ingresaron. ¿Por qué no vinieron los visitantes internacionales? Canales opina que por las cifras sanitarias registradas: “Perú no es un destino que hoy día sea buscado”.
Durante la última semana, en la nación han fallecido entre 200 y 300 personas cada día, de acuerdo con los registros del Ministerio de Salud. Al respecto, Burbano considera que, al menos en un corto plazo, los sistemas sanitarios de Latinoamérica no están preparados para ofrecer una oferta realmente segura. Por eso, apunta, las estrategias y los productos deben reenfocarse: “Ya debería quedar vedado, por algunos años, el turismo de masas. Ver a un montón de gente subir al camino del Inca y entrar a Machu Picchu no solo pone en riesgo la salud, sino también el patrimonio”.
Es lo que queda, adaptarse a los nuevos tiempos o seguir esperando indefinidamente a que todo vuelva a la normalidad
La experta opina que lo siguiente para el sector es revisar las tarifas y ofrecer estancias largas, familiares, íntimas, cercanas y en contacto con la naturaleza: “Se ha visto un incremento en actividades como el montañismo y estos deportes al aire libre. Hay un nicho poblacional que requiere sustituir sus salidas de fin de semana a bares y fiestas. Es gente joven con capacidad de gasto”.
Cambios necesarios
A partir de junio, la Unión Europea contará con un ‘pasaporte covid’, un documento con el que los viajeros demostrarán que ya han sido vacunados, se han recuperado de la enfermedad o tienen una prueba PCR negativa. El Gobierno español confía en que esto ayude a reactivar el turismo de masas en el país. En Latinoamérica, en cambio, la recuperación se atisba de una forma más lenta y los expertos aseguran que será necesario incentivar el turismo local: ni con los procesos de inmunización ya avanzados podrán apaciguar los estragos en la psique de los visitantes, mencionan los entrevistados.
Veintimilla cree que la dinámica laboral está cambiando y que el sector tiene que aprovecharlo. “Quienes están teletrabajando en la playa quizá no están paseando, pero están generando una derrama económica por concepto de turismo”.
Burbano, Veintimilla y Canales coinciden en que los gobiernos latinoamericanos han errado al no establecer medidas para reconocer la diversidad y los territorios, enfocadas en lugares cercanos y rurales. Por ejemplo, en Perú, Canales recalca que al confundir la situación de Lima con la de todo el ámbito nacional se cerraron todas las playas en verano. Además de no haber generado ingresos mientras duró el periodo estival en el cono sur, las restricciones de tránsito siguen siendo un obstáculo ahora.
La propuesta de la Canatur es establecer medidas tributarias como la exoneración del impuesto a la renta y la reducción del impuesto general a las ventas (IGV) para el mercado nacional. La Cámara informa de que hoy, mientras que un extranjero no paga el IGV en todo su paquete turístico, los nacionales que quieren hacer un viaje sí lo deben cubrir. Aunque aún es un proyecto, la Canatur ha diseñado unas tarjetas de créditos blandos, con número de identificación, que se activan cuando los locales no se encuentran en la jurisdicción de su domicilio.
Mientras se inmuniza a la gente y los extranjeros regresan a Machu Picchu, Maqqe va desarrollando un nuevo proyecto: está ubicando rutas no exploradas para hacer caminatas largas mediante plataformas digitales. Es un especialista del trekking (senderismo). Antes de la pandemia, llegó a organizar rutas hasta de 21 días: el público internacional ha sido el que más ha buscado ese tipo de experiencias. Es lo que queda, adaptarse a los nuevos tiempos, o seguir esperando indefinidamente a que todo vuelva a la normalidad.