Las sanciones internacionales, que han afectado tanto al comercio como al tránsito de viajeros, han generado una serie de complicaciones para los expatriados radicados en el país
Moscú | 20 de septiembre de 2022
Cuando el Kremlin desplegó su ejército en territorio ucraniano, la sorpresa e incertidumbre se extendió entre la comunidad expatriada que vive en Rusia. Algunas de las redes de extranjeros, como grupos en redes sociales, pasaron de ser un sitio donde pedir “recomendaciones de restaurantes mexicanos en Moscú” o buscar “videoconsolas de segunda mano” a inundarse de un sinfín de preguntas como: “¿Se puede salir por la frontera terrestre con Estonia?”, “¿Qué bancos aceptan transferencias de euros/dólares?”.
Hubo mucho interés en huir del país temiendo lo peor. La desaparición de los traslados aéreos entre Rusia y Estados Unidos o la mayor parte de Europa, entre otros países, provocó que los precios de los pasajes se dispararan. Toujours Aceves, una mexicana que vive en Moscú, relata que se planteó volver, pero solo halló viajes con escala en Turquía. “El conflicto sí afectó, los vuelos eran muchísimo más caros, en marzo estaban a 3.000 dólares de ida solamente”. A principios de año el trayecto Moscú-Estambul valía alrededor de 400.
Tras los primeros meses de lo que el Gobierno ruso califica de “operación militar especial en Ucrania”, los precios de los billetes han bajado ligeramente, aunque siguen siendo caros, en parte por la escasez y la demanda. Actualmente solo se puede volar de forma directa a unos pocos lugares, entre los que se encuentran otras ciudades de la propia Rusia, Kazajistán, Armenia, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Uzbekistán, Bielorrusia o Turquía, que ha sido la principal conexión para los rusos que buscan salir de su país. Para muchos extranjeros regresar a casa es un gran gasto y una dificultad.
“El viaje fue amargo, tengo miedo de no poder regresar a Rusia”
Indiana, francesa exradicada en Rusia
Algunos se vieron obligados a dejar el país a su pesar, como Indiana, ciudadana francesa que trabaja para una compañía gala. “El viaje fue amargo, tengo miedo de no poder regresar a Rusia. Podría volver, pero las opciones parecen cada vez menos probables”, lamenta. Desde varias embajadas y empresas afincadas en el territorio se pidió a muchos de los extranjeros residentes que regresaran a sus países, especialmente en marzo.
Donde se ha notado su ausencia ha sido en las escuelas de idiomas, ya que muchos profesores han vuelto a sus lugares de origen, tal y como comenta Masha, una rusa que trabaja en uno de estos centros: “Muchos profesores extranjeros han abandonado el país”.
Aceves es docente de una de estas escuelas y confirma que en su centro ocurrió algo parecido: “Yo recibo mis pagos en rublos, no tengo ninguna dificultad para mis gastos. En mi caso, mi sueldo se duplicó, a mí me benefició, el pago del alquiler es el mismo”. La mexicana salió beneficiada al cobrar su salario en moneda local, aunque no es la norma para los expatriados de Rusia.
Un caso especial es el de los periodistas extranjeros, que se han topado con limitaciones extra por la carga política de su trabajo. Desde que empezó el conflicto en febrero, se han aplicado normas más estrictas que afectan al trabajo de los comunicadores, como por ejemplo la ley contra las noticias falsas. Entre otros puntos, se estipula que el despliegue militar en Ucrania no es una “guerra” o una “invasión”. El oficialismo ruso lo califica de “operación militar especial” desde el principio, y los medios y periodistas en ese territorio deben atenerse a utilizar este término o similares, incluido el autor de esta pieza.
El corresponsal español del diario El Mundo, Xavier Colás, cuenta que el futuro a medio plazo en Rusia está comprometido: “Vivimos pendientes de nuevas leyes y nuevas sanciones”. Colás remarca que para los profesionales de los medios ha habido algunos cambios significativos. “Tenemos que ser más cautos con el lenguaje, hay leyes diseñadas contra nosotros”, comenta, y añade: “Nuestros visados antes eran de un año, ahora los periodistas tenemos que renovarlos cada tres meses”.
Tras la aparición de esta ley, se detuvo a un extranjero, Alberto Enrique Girlado Saray, acusado de difundir noticias falsas. Este colombiano debía cumplir prisión condicional desde abril hasta junio; no se ha hecho público si se le ha juzgado o si está en libertad. Algunos periodistas occidentales prefirieron abandonar el país por temor a represalias.
Problemas para pagar
El mayor problema para cualquier expatriado que vive en Rusia es más bien económico. Actualmente muchos productos han subido de precio, entre ellos aquellos básicos como la leche, el pan o los medicamentos. François —un francés que prefiere no dar su nombre real— dice que encuentra supermercados donde los precios suben y suben: “Hay inflación en algunos productos, pero no tanta. Todo lo que son pescados, carne, ahora es más caro que antes”. Incluso se ha registrado escasez de fármacos y material médico, según han alertado especialistas rusos, como la falta de antiepilépticos y antiinflamatorios, entre otros.
Los extranjeros que reciben salarios en otras divisas tienen dificultades para realizar tareas como pagar el alquiler de un piso
Un problema añadido fue la expulsión de los bancos rusos del sistema de pagos Swift, que ha provocado dolores de cabeza a empresas y particulares, así como el anuncio de Mastercard y Visa de suspender sus operaciones en el país euroasiático. Por ambos motivos, transferir dinero desde cuentas extranjeras a rusas es imposible en la mayor parte de los casos. Estas medidas convirtieron las tarjetas de crédito de miles de extranjeros en el país en plásticos inservibles —así como las de los rusos que viven en el extranjero—.
Por ello, los trabajadores de empresas extranjeras que reciben su salario en dólares o cualquier otra divisa que no sea el rublo tienen dificultades para realizar tareas tan importantes como ir al supermercado o pagar el alquiler del piso. Es uno de los problemas que vive Colás, quien asevera que percibe su salario en euros desde España “a través de amigos”. Antes, hacer transferencias entre cuentas rusas y europeas era relativamente sencillo. Para él y muchos otros es un “dolor de cabeza más” en la vida cambiante de Rusia.
Existe además un problema añadido: la moneda nacional se ha apreciado. La divisa pasó de valer 78 rublos por cada dólar a 60 a inicios de septiembre. Para los extranjeros, muchos productos han subido de precio dos veces, primero en dinero local y después por el cambio desfavorable para ellos.
Estos problemas fueron uno de los motivos que empujaron a Carlos a volver a México. Cuenta que sus tarjetas “no funcionan” y cree que sigue habiendo muchos extranjeros “pero que muchos se han ido”. Espera poder regresar cuando la situación esté más calmada.
Temas tabú
Hablar de política, ya sea nacional o internacional, ya era complicado con muchos rusos, que prefieren no entrar en esos temas. El desinterés generalizado por esto y la incomodidad de tratar ciertos asuntos suponían los principales motivos para rechazar las conversaciones de este tipo. Esto se notaba especialmente cuando el interlocutor era extranjero. En el contexto del conflicto, el tabú ha aumentado exponencialmente y ahora suelen rehuir las preguntas, incluso cuando se garantiza anonimato o a través de mensajería.
Aunque las relaciones entre los Estados occidentales y Rusia han cambiado, esto parece que no se ha traducido en un aumento de la xenofobia o un cambio de actitud hacia los extranjeros que aún viven en el territorio. François cree que todo sigue igual: “No hay xenofobia, ninguna actitud negativa, aunque la mayor parte de los rusos no quieren hablar de eso”. Él mismo rechazó dar su nombre real para evitar posibles problemas.
Colás resalta que muchos nacionales “se sienten incomprendidos”: “Cuando les preguntas, ellos mismos no entienden bien lo que ha pasado en Ucrania”. El rechazo a lo ruso, especialmente en Occidente, ha despertado recelo entre ellos y resulta difícil de aceptar.